Cada pliegue de tu piel, cada curva sensual de tu cuerpo firme encuentro allá donde poso la mirada.
El hielo se transforma en arena cálida, tus pechos tiemblan como dunas y los valles fértiles son el espejo de tu vientre liso.
Vientre por el que serpenteo y discurro como el río que soy en busca de tu fragante musgo.
Manantial rebosante de leche, miel y pan caliente; que me embriaga y endulza; que me atenaza y me libera después para correr libre...
... como el río que soy.
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